A
unos pocos kilómetros de Melgar hacia Bogotá se encuentra la vereda La Colorada,
este sitio más conocido como el prostíbulo de Melgar, ha sido por años el
encuentro de los jóvenes no solamente de Melgar sino del ejército acantonado en
Tolemaida. Hace años antes que el río se tragara su ribera y antes que la
concesión llegara, era el centro de la diversión, de la prostítución y el
vicio; a este sitio llegaban mujeres jóvenes, bien presentadas y agraciadas, donde
se pasaba una buena noche de farra, sexo y una que otra oportunidad de inicio
de amores con alguno de los soldados de la patria.
Hasta
allí llegaban en la madrugada todos los que en Melgar decidían tomarse unos
traguitos y después se iban a conseguir el rato de amor con una de las
jovencitas del eje cafetero, o antioqueñas que por temporadas llegaban. Es muy
recordado en el sitio un personaje melgarense que desde muy joven llegaba a
disfrutar y hasta se empelotaba para demostrar su felicidad y alegría y por su
puesto con la euforia, su capacidad de amante.

Es
frecuente escuchar que en ese sitio se negocia no solo
con sexo, drogas, sino con armas y munición que cambian los soldados o a veces
otros miembros de la institución armada, por droga o el pago del rato de placer
con las mujeres.
La
Colorada hoy en día tiende a desaparecer porque las construcciones en el sitio
son mínimas y se encuentran casi a merced de la corriente del Sumapáz, el
constante control de las autoridades para contrarrestar el mercado de las
drogas, y la prohibición de los altos mandos para que los soldados vayan a ese
sector; además la construcción al frente
de la Terminal de Transportes de Melgar, todo ello suma para que se esté
acabando el que otrora fuera el centro de prostitución o la zona roja de
Melgar.
Otro
factor que ha venido ayudando a la muerte del sector, es el traslado disimulado
de la zona de prostitución hacia el sector de la mal llamada avenida cafam, o
Coloradita, traduciéndose en mal ejemplo para familias y habitantes que pasan a diario por allí, y ven como en varios
de estos locales se exhiben las féminas con sus trajes y cuerpos provocativos.
Algunos suspiran con tristeza, otros felices, especialmente novias y esposas; lo cierto es que a La Colorada le están diciendo desde ya: ¡Chao, Chao, Adiós!