domingo, 5 de junio de 2016

El bronx: producto de una sociedad indiferente.

Por Oscar Noreña Gómez - OSNOGO

Lo sucedido en Bogotá, para que las autoridades allanaran el sitio tradicionalmente conocido como la calle del Bronx, es para pensar en muchas cosas que han llevado al comportamiento de los individuos en la sociedad.
El que tantos niños, niñas y adolescentes terminaran en este sitio, nos hace pensar que algo está pasando con la familia. La descomposición social que hemos venido aceptando, nos obliga a pensar en el grado de responsabilidad que tienen los gobiernos, la sociedad, la educación y la familia.

La familia ha permitido que sus integrantes se individualicen porque se perdió la comunicación, el trato amable y amistoso, como la  buena relación familiar; en este mundo globalizado donde cada uno piensa solo en sí mismo y se le olvidó que el pensamiento debe ser colectivo en relación con la sociedad y la familia, ha tenido como resultado que por la tecnología cada uno de sus miembros  piense y actúe de manera egoísta concentrados solo en el manejo y comunicación por el celular, en los niños y jóvenes solo en los juegos por TV, en que la reunión familiar más agradable que era la mesa en las horas de la comida, ahora se volvió un sitio de total aislamiento, en la pérdida total de la comunicación, es decir la unión y el trato familiar se perdió.

El gobierno porque a través de las nuevas leyes de protección al menor, solo permitieron que la autoridad de los padres se perdiera y ahora se vea amenaza hasta su integridad física y emocional.

La educación se ha complicado más porque los docentes han perdido el respeto y se volvieron tolerantes ante las actuaciones de los jóvenes, argumentando que la Ley los alejo de la autoridad disciplinaria que antes se aplicaba y prefieren ser sordos, mudos y ciegos ante lo que pasa para no terminar sancionadas o investigados por maltrato.

La sociedad porque permitió que la mismas Leyes fueran permisivas y alcahuetas y con esto terminamos con niños, niñas y adolescentes en un mundo que no les corresponde, pero que por las circunstancias de abandono, falta de cariño y respeto, los llevó a tomar decisiones que por  falta de experiencia terminan siendo manipulados y abusados.

Nos escandalizamos por lo que está sucediendo pero no tomamos correctivos a tiempo y cuando logramos descubrir lo que está pasando en nuestros hogares puede ser tarde, y las consecuencias es un hijo drogadicto, indigente, habitante de la calle.

En Melgar las circunstancias no son diferentes, podemos apreciar que son varios los sitios de reunión, donde con la tolerancia de los padres, los amigos, los vecinos y las autoridades, aceptamos que esas pequeñas mafias se adueñen de un territorio y terminen comprometiendo nuestros familiares. Empezar con el vicio no es difícil, lo difícil es salir de ese mundo de drogadicción, prostitución, humillaciones, desprecios, pérdida de los valores, de la libertad, el abandono de las familias.


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