Por
Oscar Noreña Gómez - OSNOGO
Lo
sucedido en Bogotá, para que las autoridades allanaran el sitio
tradicionalmente conocido como la calle del Bronx, es para pensar en muchas
cosas que han llevado al comportamiento de los individuos en la sociedad.
El
que tantos niños, niñas y adolescentes terminaran en este sitio, nos hace
pensar que algo está pasando con la familia. La descomposición social que hemos
venido aceptando, nos obliga a pensar en el grado de responsabilidad que tienen
los gobiernos, la sociedad, la educación y la familia.
La
familia ha permitido que sus integrantes se individualicen porque se perdió la
comunicación, el trato amable y amistoso, como la buena relación familiar; en este mundo
globalizado donde cada uno piensa solo en sí mismo y se le olvidó que el
pensamiento debe ser colectivo en relación con la sociedad y la familia, ha
tenido como resultado que por la tecnología cada uno de sus miembros piense y actúe de manera egoísta concentrados
solo en el manejo y comunicación por el celular, en los niños y jóvenes solo en
los juegos por TV, en que la reunión familiar más agradable que era la mesa en
las horas de la comida, ahora se volvió un sitio de total aislamiento, en la pérdida
total de la comunicación, es decir la unión y el trato familiar se perdió.
El
gobierno porque a través de las nuevas leyes de protección al menor, solo
permitieron que la autoridad de los padres se perdiera y ahora se vea amenaza
hasta su integridad física y emocional.
La
educación se ha complicado más porque los docentes han perdido el respeto y se
volvieron tolerantes ante las actuaciones de los jóvenes, argumentando que la
Ley los alejo de la autoridad disciplinaria que antes se aplicaba y prefieren
ser sordos, mudos y ciegos ante lo que pasa para no terminar sancionadas o
investigados por maltrato.
La
sociedad porque permitió que la mismas Leyes fueran permisivas y alcahuetas y
con esto terminamos con niños, niñas y adolescentes en un mundo que no les
corresponde, pero que por las circunstancias de abandono, falta de cariño y
respeto, los llevó a tomar decisiones que por falta de experiencia terminan siendo
manipulados y abusados.
Nos
escandalizamos por lo que está sucediendo pero no tomamos correctivos a tiempo
y cuando logramos descubrir lo que está pasando en nuestros hogares puede ser
tarde, y las consecuencias es un hijo drogadicto, indigente, habitante de la
calle.
En
Melgar las circunstancias no son diferentes, podemos apreciar que son varios
los sitios de reunión, donde con la tolerancia de los padres, los amigos, los
vecinos y las autoridades, aceptamos que esas pequeñas mafias se adueñen de un
territorio y terminen comprometiendo nuestros familiares. Empezar con el vicio
no es difícil, lo difícil es salir de ese mundo de drogadicción, prostitución,
humillaciones, desprecios, pérdida de los valores, de la libertad, el abandono
de las familias.
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