Aunque tenemos un alcalde de gran corazón, como decía mi abuela, no
podemos desconocer que la imagen que se muestra en las calles de Melgar a
propios y extraños no es la mejor.
El programa que se desarrolla desde la administración a favor de los
habitantes de calle, con baño, comida caliente, ropa limpia, nuevo look y hasta
pasajes para quienes quieran volver a sus ciudades de origen, es paliativo, no
es la solución definitiva, y de alguna manera tampoco es la atención que se
debe brindar a estos seres que por su condición, degradación y pérdida de
valores, deben ser tratados por el estado de otra manera, con un verdadero
programa social y humano, constante, actualizado y evaluado continuamente para
saber del alcance de logros, su estancamiento o su fracaso.
En Melgar muchos de ellos son quienes atienden a nuestros visitantes
que requieren parquear sus vehículos en alguna de las calles, y es común
escucharlos: siga mamita yo se lo cuido, padrecito queda bien cuidado, su merced
vaya tranquilo, y cuándo ya se retiran y nos les pagan bien, entonces sacan
a flote su amplio vocabulario ultrajante, gono…
infeliz, hijuetantas le rayo el carro, o cualquiera otra forma de amenazas
que causan miedo e inseguridad a los ocasionales clientes. El problema ha venido creciendo de tal
manera, que ha llegado hasta la disputa entre dos o más “cuidadores de carros”, llegan al
extremo de decir que esa es su cuadra, su sector, se disputan su territorio. ¿Estas personas han sido capacitadas? ¿Existe seguimiento a su labor?
¿Están verdaderamente controladas?
Está en mora la administración de organizar esta actividad, con un
buen programa planificado y controlado, el cual podría ser una oportunidad para
personas con discapacidad, madres y padres cabezas de familia, adultos mayores,
que seguramente aprovecharían mejor estos ingresos y no con quienes lo viene haciendo;
algunos de Ellos, cuando reúnen algún recurso, lo utilizan para tomar cerveza o licor, otros terminan comprando y
consumiendo drogas.
Melgar requiere un mejor control y presentación en sus zonas de
parqueo y es importante hacerlo antes de nuestra temporada navideña y temporada
alta; también es hora de ponerle el pecho y trabajar en la implementación de
una verdadera política pública para controlar la comunidad en condiciones de
abandono y habitantes de la calle; teniendo muy claro el concepto para saber
diferenciar o asociar pobreza, indigencia y delincuencia; aunque los tres
aspectos sean producto de la errónea gestión económica y social de los
gobiernos, de los fallos del sistema, de la sociedad, la familia y del propio
individuo.