viernes, 29 de abril de 2016

La otra Melgar… Una realidad retorcida

El muro de la vergüenza, el que separa la pobreza y la opulencia.
Hace unos años cuando se hablaba de Melgar, se decía de una ciudad con 5200 piscinas y la creencia generalizada que Melgar vivía una bonanza económica, pues se suponía que en cada residencia existía una piscina y sus habitantes gozaban del ingreso turístico por el alquiler de esas piscinas, la alimentación y demás servicios que se pudieran ofrecer al turista.

Con los años descubrimos que la realidad era otra, que el 70 % de la población estaba clasificada en los estratos 1y 2 es decir que era una ciudad con sus necesidades básicas insatisfechas, de pobreza absoluta y su supervivencia derivada del ingreso por cuidar fincas, mantenimiento de piscinas, prados y urgencias locativas, como muchos, ganando su sustento por prestar servicios varios como la cocina, el lavado de los vehículos de los turistas que ingresaban a las fincas y hasta el lavado y cuidado de los perros.

Hace diez años la población estaba concentrada en el barrio Galán, pero después con la tolerancia politiquera, la poca vigilancia y control de las autoridades locales y la viveza de algunos, terminó siendo lo que hoy se conoce como los barrios unidos, incluyendo sectores como El Balso, La Paz, La Laguna, que aunque el concejo municipal por allá en los años 2002 consideró que era zona de alto riesgo, las administraciones permiten el asentamiento poblacional dándole “soluciones” de servicios públicos, vías, y otros; hoy en día representan  el 50% de la población de Melgar.

No se entiende como en Planeación Nacional en algunos reportes estadísticos consideran a Melgar como una ciudad con las necesidades básicas satisfechas, es decir que solo se requiere inversión en sectores altamente productivos y por esa razón encontramos que en algunos programas el gobierno nacional considera inversiones como el transporte escolar, la alimentación escolar, el mejoramiento de viviendas y las demás asistencias, como onerosas.

Nos hemos engañado y hemos engañado la imagen del municipio, cuando a nivel departamental y nacional se considera a Melgar destino turístico y que la situación económica de sus habitantes está por encima del promedio nacional, cuando la verdad, hay otra Melgar de comunidades con absoluta pobreza. Algunas administraciones solo por el afán politiquero han invertido en mejoramiento de vivienda solo para favorecer a su grupo de seguidores, pero vemos como las viviendas en su gran mayoría construidas en guadua, poli sombra, retazos de tejas,  pisos en barro, con escasas dotaciones, con los servicios fraudulentos o en otros casos con servicios legalizados pero muy deficientes.

Están en mora los administradores del municipio o sus grupos políticos en adelantar campañas que beneficien a esta gran parte de la población; la falta de cultura en el uso eficiente del agua para evitar los desperdicios y las filtraciones en estos terrenos que son fácilmente deslizables y que ocasionan tragedias, que obligan a la administración a las reubicaciones, pero que por falta de control se renegocian los sitios y llega una nueva familia a ocupar el lugar y a exponer sus vidas, muchas esperando que al suceder la desgracia, también reciban el beneficio de la reubicación.


La clase política del municipio está en deuda social con su población, una población que seguirá abandonada, mientras los políticos sigan interesados solamente en su propio beneficio y actuando como hienas: carnívoros del presupuesto y de la basura burocrática.


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